sábado, 21 de abril de 2012

Segunda parte del cuento: "Como nombre soledad"


II

Todo comenzó hace poco más de un año. Marco solía frecuentar lugares poco comunes, alejados de toda multitud, con un solo motivo, encontrar soledad, y de la mano de esto, dejar fluir sus pensamientos de manera libre, como solamente él solía apreciar y hacer. Las veces que realmente encontraba lo que estaba buscando era capaz de permanecer dias enteros sentado bajo un árbol, sin mover tan solo un músculo de su cara. Claro está que aquello no ocurría la mayoría de las veces, por no decir que casi nunca lo hacia. Pero como Marco no era un hombre que viviera su vida de manera rápida, esperaba pacientemente ese momento.
La manera que tenia este individuo de realizar su análisis era de naturaleza bastante particular, observaba su mirada, la profundidad de esta, el brillo de los ojos y mucho otros factores que solamente es posible apreciar si es que se llevan años realizando tal practica; no es que Marco llevara realmente mucho tiempo en ello, pero realmente se le daba fácil tal análisis. Observando su postura, actuar, movimientos, se podría decir que sus evaluaciones eran realizadas con bastante seriedad. Si mal no recuerdo, creo haberle preguntado  más de un par de veces que era lo que realmente veía a través de los ojos de las personas en las que fijaba la mirada, él me respondió vagamente, que era posible intuir, de cierta forma, la verdadera manera de ser y por que el actuar de ella. Aun habiéndole preguntado a él mismo, el trasfondo de su análisis, por largos años pensé que eso tenia realmente ningún sentido, luego me cuestioné ¿cómo será posible conocer a alguien, en toda la profundidad que esto implica, con solo observar su mirada?, realmente no tiene mucha lógica. Más adelante entendí que los ojos de una persona, de manera más concreta, su mirada, es capas de expresar sentimientos que con palabras difícilmente podríamos decir, o incluso plasmar en el papel costaría trabajo. Se comportan como un infinito mar de secretos, hay que hacerse el tiempo para explorarlo completamente, de otra forma, son comparables a un cofre lleno de tesoros, solamente hace falta poseer la llave que abrirá el candado, para luego disfrutar de las incontables gemas que hay en su interior. Y Marco, de alguna u otra forma, era quien poseía aquella llave, él era capas de descifrar ese acertijo.
Cuesta trabajo pensar, y luego aceptar, que teniendo en su haber tal herramienta, no fuese capas de encontrar una verdadera felicidad, no pudo encontrar una persona cuya mirada fuese distinta de las demás, una mirada que permaneciera constantemente en su cabeza, que estuviera con él día y noche. Para Marco, su vida giraba en torno a encontrar a la persona que poseía aquella mirada. Triste hubiera sido su vida si no la hubiera encontrado, pero lo fue más aún por el hecho de que sí la encontró.

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